En próximos días se abrirá oficialmente el proceso de constitución de nuevos partidos políticos, pero, ¿es momento para nuevos partidos?
En su libro Cómo mueren las democracias, Steven Levitsky y Daniel Ziblatt, retoman con precisión los retos de la democracia ante el autoritarismo y el populismo; nos recuerdan que todas las democracias albergan a demagogos en potencia. Ante ello, el filtro previo o la respuesta una vez instalado el populismo, son los partidos políticos, ya que fungen como guardianes de la democracia.
México necesita una opción que guarde la democracia y el Estado de Derecho, con una visión moderna en el sentido económico, es decir, liberal, que se base en los derechos del mercado y en la sustentabilidad; que en el sentido social, tenga como prioridad la justicia e igualdad de oportunidades.
En los primeros datos públicos conocidos de preferencias electorales rumbo a 2021, Morena cuenta con 36 por ciento de preferencias, mientras que PAN y PRI cuentan con 12 y 11 por ciento respectivamente. Es decir, las opciones tradicionales continúan perdiendo preferencias después de la elección presidencial.
En lo político, el PAN se encuentra desangrándose lentamente producto de las reformas estatutarias internas que lo han metido en una debacle irreversible y una lucha entre sus élites por el control de los órganos de asignación plurinominal. El PRI prácticamente se encuentra convertido en apéndice electoral del gobierno populista, como sucedió en la eleccion extraordinaria de Monterrey, donde sus operadores fueron reforzados por Morena.
Ante esto, en próximos días, se tendrá que definir la intención de formar nuevos partidos, y el que mayor entusiasmo despierta para la sociedad es el que podría derivar de Libre AC; que se presentaría con una tracción territorial y fuerza organizativa capaz de concretar el esfuerzo.
Sin embargo y a pesar de esfuerzos exitosos en la recopilación de apoyo ciudadano durante 2018, la organización tiene el reto de desplegarse con la mayor seriedad, estrategia, disciplina y precisión para alcanzar toda su capacidad política y organizativa en aras de lograr los requisitos constitutivos en una ventana de tiempo corta, de un año, que además presenta barreras de entrada más restrictivas que las candidaturas independientes, como son: cambios en la aplicación electrónica y endurecimiento de mecanismos de registro de auxiliares.
A pesar del reto, ante el desfonde de las opciones tradicionales y un gobierno que muestra la vena populista, México necesita nuevas opciones del siglo XXI que estén dispuestas a ser guardianes de la democracia, ya no se puede perder el tiempo. Los electores, están a la espera.
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