En todas las latitudes existe una rebelión contra la tecnocracia, el Brexit
en Reino Unido, el NO a la amnistía en Colombia, la incapacidad de formar
gobierno en España, la elección de Donald Trump en Estados Unidos.
La numerización del concierto social reinó por lo menos hasta 2008, cuando
el sistema colapsó; al ser humano se le decretó por números, y se dejaron de
lado sus experiencias, aspiraciones y motivaciones.
Lo de Trump no es solo una elección ganada por un antipático. Es un
refrendo de lo antisistémico. A nivel global una parte de las sociedades se está
rebelando por la vía de los votos; el principal campo de esta rebelión se
encuentra en las ciudades medias, los pequeños pueblos y localidades. Allí
dónde se ha incrementado la desigualdad respecto a las grandes ciudades, allí
es donde se ha fecundado la lucha contra la tecnocracia.
Una parte de la sociedad que ha demostrado ser mayoría desorganizada, pero
hoy masificada, se está encargando de recordarle
al mundo que también tiene aspiraciones, que el mundo los ha olvidado, desafortunadamente
este recordatorio es disruptivo, es un grito fuerte y agresivo.
Ante los ojos globales son los ignorantes, los que no entienden, los de los
pueblos, los que no tienen educación, pero en sus comunidades, son los que ven
como la tienda que les daba de comer cierra, como la pequeña fabrica que les daba empleo se retira
por los costos de producción, como se pierde su techo por la crisis financiera.
Tienen un motivo fuerte para gritar con rabia que el sistema está roto y que a
ellos no les es funcional.
Esto es en suma la derrota tecnócrata, la derrota de lo numérico, la
derrota de los hijos de Harvard; no pudieron medirla, porque en este caso los
números no cuadran, en cambio son una gran cantidad de seres humanos los que están
exigiendo ser tratados así, como seres humanos.
Creo que el mundo está frente a las puertas de un nuevo modelo económico, definido por lo que no le funciona a muchos, el camino
no será fácil.
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